domingo, 15 de agosto de 2010

Amigos

Esa noche estaba fatal, las paredes de su piso hipotecado parecían moverse lentamente queriendo atraparlo, las ventanas aparentaban achicarse y no paraba de fumar. Además llovía y hacía ese frío humedo que cala hasta los huesos en las ciudades mediterráneas. Así que no se le ocurrió otra cosa que hacer lo de siempre en estas situaciones; ir al sitio de bebidas más próximo, apalancarse en un taburete y tomar los gin-tonics necesarios para dejar de pensar en ella.

Ella es Rosa. Juan y Rosa nacieron casi al mismo tiempo y fueron vecinos durante varios años. De niños eran inseparables y compartían los juegos, las fantasías de los cuentos que leían, pintar los cuadernos de ella, el cine matinal de los domingos, las caminatas hasta el estanque de los bichos, correr detrás de algún perro o gato abandonados, y tantas otras cosas que el tiempo sólo había difuminado en la memoria de ambos.

Un día que fueron al estanque ocurrió algo que ambos no olvidarían. A ella le encantaban las libélulas y observar sus movimientos sin perder detalle. Él sólo tenía un pensamiento, cazar una libélula roja y aplastarla para ver si estaba llena de sangre que el feroz insecto había extraído de algunas víctimas humanas. Lo había intentado varias veces pero nunca lo consiguió hasta ese día. Las lágrimas recorriendo las mejillas de Rosa quedaron para siempre en la mente de Juan. La cara de no entender nada que puso él todavía permanece en los recuerdos de ella.

¡Mierda! ¡Para una vez que necesito un paraguas! exclamó Juan sucesivamente. ¿Para qué coño me quejo si no me oye nadie? pensó. Se dirigió a su dormitorio y miró en los armarios empotrados. No encontró tampoco el horroroso paraguas para situaciones de emergencia, lleno de lunares negros sobre fondo blanco y que se desplegaba anárquicamente presionando un botón. El inolvidable paraguas se lo trajo de China una compañera de trabajo ¡Joder! ¡No habrá otras cosas que traerse de ese país asiático!, pensaba Juan cada vez que buscaba el dichoso artefacto.



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